Tecnología amigable con el medio ambiente.
Actualmente cuando escuchamos la palabra tecnología muchos la asociamos inmediatamente con productos y servicios relacionados con la información y la comunicación, nos perdemos todos los días en medio de conceptos como redes, telefonía móvil, banca en línea, banda ancha, ordenador personal, comercio electrónico, navegador, sistemas operativos, reproductores portátiles, consolas de juego, e-gobierno, redes sociales, y la lista parece no tener fin.
La tecnología o las herramientas tecnológicas son aquellas innovaciones capaces de cambiar la vida del ser humano, desde los incipientes destellos como, la polea o la rueda hasta las tablets portátiles o las sofisticadas aeronaves que existen en nuestros tiempos. Pareciera que el común denominador de la tecnología aplicada es facilitar y hacer más cómoda la vida de las personas, incluso ampliar la longevidad.
Afortunadamente, la tecnología no sólo la abordan en los institutos, universidades, centros informáticos o laboratorios, en las complejas investigaciones de tecnología nuclear o biotecnología; son muchas ramas industriales y comerciales donde encontramos estas aplicaciones, aunque poco reparemos en ello por ser productos y servicios de uso cotidiano como en nuestra cocina, auto, ropa, oficina, alimentos, en la ciudad o los medicamentos.
Hasta aquí todo parece estar bien, pero recientemente ha crecido en la sociedad la preocupación por algunos efectos indeseables que pueden generarse por producir dicha tecnología y esos efectos suelen percibirse en impactos ambientales. Conocemos el severo daño que provoca el plástico al tomar 100 años o más en degradarse según su espesor, o las pilas, aun tan usadas en muchos aparatos, que por sus componentes son atroces.
Por eso cada vez más empresas están buscando nuevas formas de optimizar los recursos, cuidar sus procesos, reciclar, minimizar emisiones, incluso de reutilizar sus desechos y por supuesto se sirven de la tecnología para lograrlo. Además de aquellas empresas que específicamente desarrollan o aplican tecnologías para ofrecer sus productos y servicios, pensando en respetar y favorecer al medio ambiente.
Por ello, queremos recomendarles, que en la medida de sus posibilidades, prefieran productos o tecnologías amigables con el ambiente como los calentadores eléctricos, focos ahorradores, pañales reutilizables, envases y artículos biodegradables, autos con bajos niveles de consumo de combustibles, entre otros.
En México hay varias empresas, grandes y pequeñas, que están enfocadas en aplicaciones tecnológicas a favor del medio ambiente a través de sus productos.
Empresas que producen impermeabilizantes a partir de llantas desechadas que en lugar de contaminar son reutilizadas y con resinas acrílicas, reforzado con partículas de caucho vulcanizado reciclado, indestructible, tienen gran capacidad impermeable.
Algunas que fabrican bicicletas eléctricas que puedes pedalear normalmente o hacerla automática con la ayuda de un motor eléctrico montado en la rueda trasera y la energía es suministrada por una batería de litio que se recarga en la red eléctrica común.
A otras le interesa que tengas una alternativa a las bolsas de plástico cuando haces tus compras y puedas usar bolsas de tela prácticas y con estilo, amigables con el medio ambiente, reutilizables y cómodas.
Si piensas utilizar desechables hay empresas que te ofrecen artículos como platos, charolas, bolsas para comercio, bolsas para basura desechables biodegradables, con tecnología necesaria para transformar los recursos naturales y generar un beneficio para el mundo con productos elaborados con base en la biomasa, los cuales tienen un tiempo de biodegradación de 90 a 240 días sin dejar residuos tóxicos en el medio ambiente gracias a que los micro-organismos se alimentan de los productos logrando reintegrarlos a la naturaleza.
La tecnología bien aplicada puede otorgarnos bienestar sin atentar con el medio ambiente, seamos cuidadosos al momento de seleccionar nuestros productos. Finalmente en la llamada ley de la oferta y la demanda, los consumidores regulamos la demanda y así podemos influir en la oferta.
Texto de Daniel Ruiz