Biotecnología y color en el mundo prehispánico
Dr. Agustín López Munguía
Las evidencias científicas más recientes demuestran que con colores fuertes y expresivos -por no decir chillantes- se adornaba todo en las culturas mesoamericanas: monumentos, esculturas, vajillas, representaciones de los dioses, textiles y el cuerpo mismo. Un ejemplo de este contraste puede apreciarse en un Proyecto en el Templo Mayor que tiene como objetivo restituir el color original de la Tlaltecuhtli, manifestación bisexual de la Tierra, de la que emana toda forma de vida.
Esto no pudo haber sucedido sin un amplio conocimiento de las fuentes de color, de cómo extraerlo y formularlo, así como de la forma de aplicarlo y de estabilizarlo. Todo un conocimiento y un alto estándar tecnológico necesarios para poder construir la policromía que reinaba en el ambiente. Es claro que la descripción que los españoles hicieron del mundo que encontraron y las evidencias que tenemos en algunos códices, nos permiten imaginar un mundo muy colorido, un mundo de hombres de color azul como sus dioses acuáticos, Tlaloc particularmente, y de mujeres y deidades amarillas como la Chalchiuhtlicue, Mayahuel, Xilonen, Xochiquetzal,… como puede constatarse en referencias como el Códice Borgia.
Colores minerales: Tlaltecuhtli, diosa mexica de la madre Tierra
La pregunta es obvia: ¿Cuál era la fuente de la variedad de colores en la antigüedad? Partamos de la base de que el amarillo, el rojo y el azul constituían los colores básicos más abundantes en el entorno. En Mesoamérica, como en otras civilizaciones, los pigmentos básicos provenían de los minerales. Así consta en los estudios realizados por difracción de rayos X en el Getty Conservation Institute de Los Angeles por Giacomo Ciari, en los que se determinó la naturaleza mineral de los pigmentos del monolito dedicado a la Tlaltecuhtli, así como en estudios para su estabilización (1).
Se determinó que el rojo proviene de la hematita bien cristalizada y finamente molida, el ocre amarillo -usado para dar la tonalidad a la piel- está compuesto de goetita y hematita pobremente cristalizadas. Este pigmento amarillo, tecozahuitl o tecoxtli lo usaban las mujeres para mejorar el cutis y los hombres cuando salían a combatir. De acuerdo con Sahagún, se elaboraba con una piedra que obtenían en el ahora estado de Morelos (Tlahuic). Para el negro se empleaba una tinta de hollín preparada de la combustión de la resina de coníferas. Finalmente, el azul maya, del que hablaremos más adelante.
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