Cocodrilos en Chinchorro


Por Jorge de la Madrid Corona
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El Cocodrilo americano (Crocodylus acutus) habita prácticamente en todo nuestro continente, a lo largo del océano Pacífico desde México hasta Perú y del lado del océano Atlántico, desde la Florida hasta Venezuela. Alcanzan los cinco metros de longitud y los 500 kilogramos de peso.

Provistos de una potente mandíbula que ejerce presión a razón de 270 kg/cm2, solamente por debajo del cocodrilo del Nilo y del gran tiburón blanco, poseen una potente cola que les permite desplazarse a gran velocidad, debido a lo desarrollado de su metabolismo pueden pasar un largo tiempo sin alimento y permanecer debajo del agua hasta por dos horas.

Foto: Jorge de la Madrid Corona
Foto: Jorge de la Madrid Corona

Su naturaleza es sumamente agresiva, son tremendamente territoriales y no dudan en atacar a los humanos al sentirse invadidos o amenazados, en realidad son un animal fascinante de mucho respeto con los cuales debemos interactuar con mucha precaución.

Por ello, me di a la tarea de buscar algún lugar en donde pudiera aprender, disfrutar y convivir con estos maravillosos seres, encontrando que, en Banco Chinchorro, Quintana Roo se puede realizar la actividad con snorkel con ellos.

Recomiendo ir con XTC Dive Center, quien cuenta con alojamiento, buenos planes de buceo y la logística necesaria para ir a Banco Chinchorro.

Foto: Jorge de la Madrid Corona

Banco Chinchorro

Es una barrera de arrecifes de coral que forma parte de la reserva de arrecifes de México que se encuentra a 24 kilómetros en dirección este a la altura de Chetumal, siendo el mayor atolón en nuestro país y el segundo más grande del mundo, con una extensión de 45 kilómetros de largo por 28 kilómetros de ancho. Solamente tres porciones del atolón sobresalen del mar caribe formando pequeñas islas, Cayo Lobos, Cayo Norte y Cayo Centro.

En medio de Cayo Centro se encuentran manglares en donde se estima habita una población de al menos 500 cocodrilos americanos, machos, hembras, crías, todos por igual conviven y se alimentan ahí y ocasionalmente salen al mar en búsqueda de nuevos territorios y de comida.

La experiencia

Realizamos el viaje a Chetumal, de ahí un trayecto en carretera hasta Xcalac, un poblado con unos paisajes maravillosos y con grandes lugares para practicar el buceo. Ahí tomamos una embarcación que nos llevó en a Cayo Centro, en donde vive la gran concentración de cocodrilos, encontramos que en todo el perímetro del manglar se encuentran construidos palafitos que utilizan los pescadores, siendo uno de ellos nuestro hogar por los siguientes tres días. Sin lugar a dudas una experiencia única, no apta para aquellos que buscan la comodidad de agua caliente y una cama, pero si apta para aquellos que disfrutamos lo que sea, con tal de estar en contacto con la vida salvaje.  

Foto: Jorge de la Madrid Corona
Foto: Jorge de la Madrid Corona

La interacción con los cocodrilos requiere de varios factores clave, el primero de ellos es que se debe realizar en agua clara, razón por la cual utilizando cañas de pescar con pez león como carnada, se intenta que salgan del manglar y se ubiquen cerca del palafito en donde tenemos agua clara y un arenal en donde podemos realizar los encuentros.

El segundo factor, es que solamente se encuentren en el agua tres personas, una de ellas el guía quien con un robusto palo de madera cuida que el animal no se acerque demasiado, obviamente no le hace ningún daño, solamente lo empuja en caso de que venga contra nosotros.

El tercer factor es siempre tener contacto visual con ellos, son animales que observan, observan y observan hasta que encuentran una ventana de oportunidad con el fin de que el ataque resulte exitoso.

El encuentro

Una vez dentro del agua, podemos admirar el tamaño, la fuerza y la grandeza de estos dinosaurios vivientes, son animales cazadores por naturaleza, a diferencia de encuentros con tiburones, con los cocodrilos en todo momento se percibe que si bien están ahí intentando agarrar la carnada que se les ofrece, a la menor oportunidad pudieran interesarse en nosotros.

Tuve la fortuna de estar en contacto con un enorme macho de más de 4 metros y con una hembra de unos 3 metros, su comportamiento totalmente diferente, el macho más cauto en sus embestidas, enfocado en el alimento que les ofrecimos y la hembra sumamente territorial mucho más agresiva, yo tenía en mi cámara compacta en un bastón expandible con el cual podría realizar tomas a escasos centímetros de ella y al menor movimiento intentaba morderla, tanto que en más de 5 ocasiones la sujetó y sacudió como si fuera un pedazo de pescado, afortunadamente no la rompió y pude obtener grandes imágenes.

En un par de ocasiones, permitimos que bajara al arenal muy cerca de nosotros, mientras que el experto la guiaba con el palo de madera que comenté, nosotros la podíamos admirar en lo que nos daba vueltas.

Respeto y admiración

Sin lugar a dudas es uno de los depredadores más eficientes que existen, una de las especies de las que he tenido la fortuna de estar que más me ha impactado por su agresividad, ni con los grandes tiburones, las orcas o grandes felinos he sentido que nos estén cazando en todo momento, pero acaso ¿tenemos que culparlos?, obviamente no, así es su naturaleza, su instinto el cual les ha permitido sobrevivir por más de 200 millones de años.

Actividades como la que realizamos nos permite conocerlos y entenderlos de una mejor manera, concientizarnos de su importancia en la cadena alimenticia en sus diversos hábitats y sobretodo aprender a respetarlos. Así que, los invito a que la próxima vez que vean un cocodrilo, no sientan temor, sientan admiración por una especie que seguramente, si se lo permitimos, continuará dominando ríos, lagos, esteros y mares por millones de años más.

Foto: Jorge de la Madrid Corona