En búsqueda del cometa perdido

Por: Pilar Aguilar
No era la primera vez que salíamos a buscar un cometa, hubo una ocasión que fuimos a Valle de Bravo y nos sentamos a media noche junto a una presa a pocos grados de temperatura, vimos el cielo más de tres horas, nos congelamos las piernas y las manos y al final nunca vi el cometa en ese momento, lo observé un día después en una fotografía de Ramón F, un pequeño punto en medio de mil estrellas envuelto en un círculo de edición decía ser el cometa. Es decir, esa ocasión no contó.
Así que esta vez, cuando nuestros buenos amigos nos invitaron a ver el cometa C/2023 Tsuchinshan-Atlas (¡Vaya nombre!) me emocioné y más gusto me dió que la cita fuera en los Arcos del Sitio, que, dicho sea de paso, no conocía.

Entonces, los cuatro mosqueteros de siempre, Ramón F, Lau D, Gabriel R y yo emprendimos el viaje a Los Arcos del Sitio, acompañados del buen Enrique DV quien seria nuestro anfitrión por ser local de Tepotzotlán.
Recordemos que nuestros viajes fotográficos siempre terminan por ser también viajes gastronómicos y es que, como buenos adictos a la lente, apaciguamos “El ansia” con comida, ósea somos tragones vamos, así que el primer paso fue comer elotes, unos deliciosos elotes asados llenos de mayonesa y salsa especial de la zona que no era más que chile piquín con jugo de naranja. Y pensarán que el siguiente paso eran ya los Arcos, pues no, el siguiente paso fueron unas deliciosas quesadillas en medio de la nada, de esas de comal gigante y sazón espectacular que nos dejó la panza llena y el corazón contento.

Total que ahora si llegamos a nuestro destino, un acueducto alto conformado por arcos en dos pisos tan largos que cruzan una cañada enorme y que hoy sirve de parque ecoturístico. Arríbanos al atardecer, la idea inicial era encontrar por dónde pasaría el cometa (trabajo llevado magistralmente por Ramón que siempre encuentra los objetos espaciales con una maravillosa aplicación de celular) y nos pondríamos del otro lado para, con la noche despejada, fotografiar al cometa enmarcado por Los Arcos.
Iniciamos entonces nuestra instalación de las cámaras, y después de las 450 preguntas que hicimos Laura D y su servidora a Gabriel R, quien, como siempre, nos respondió todas y cada una de ellas con estoicismo y paciencia, nos dimos cuenta que a lo lejos se avecinaban unas grises y espantosas nubes que, Ramón F anunció con bombo y platillo disfrutando destrozar nuestra esperanza de ver al cuerpo celeste.
Nos inventamos rezos, danzas, risas y cualquier cosa que alejará las nubes y parece que el dios de los fotógrafos nos escuchó porque, muy a pesar de Ramón F, las nubes comenzaron a desaparcaré para dejarnos una noche despejada con una que otra nube que ameritaba un suspiro.
Y ahí estábamos los cinco, solos, con frío, a un costado de los arcos, esperando a que anocheciera por completo para ver al invitado especial.
En esta ocasión tampoco lo vi a simple vista, imposible que nuestra visión pueda detectarlo en las circunstancias en las que nos encontrábamos, pero, después de todas las recomendaciones de Gabriel pude atraparlo: solitario, brillante, presumiendo una estela sumisa, sin un círculo editado. ¡Lo encontré! ¡Y en una de mis fotografías!.

Fue emotivo, como fotógrafa novata, ver un astro de esas magnitudes en la pantalla de mi cámara, me dejó atónita, orgullosa y satisfecha, había logrado captar un objeto formado por polvo, hielos y rocas surcando a gran velocidad los cielos. Pude hacer eso. Increíble lo que la fotografía va dejando en mi.
Luego, y solamente por estar en el lugar indicado en el momento justo, tomamos fotos de la luna con los arcos de fondo. Simplemente Espectacular.
La luna rociaba el lugar con su luz cuando aun estaba detrás de los cerros, pero al descubrirse pudimos captarla a través de los arcos dejando unos contrastes de luz hermosos y apaciguantes.
La fotografía me acomoda las emociones, me acerca a la humildad que el universo puede dar a un humano tan insignificante con su enormidad. Y me pone siempre a lado de personas que me ayudan a encontrar la simpleza de la vida en una sola toma.
Fotografías: Pilar Aguilar
Nikon ZFC
Lente Nikkor Z 20-400 F/4-8