México a la vanguardia en el estudio del universo.

Por David Polo

Antes de que finalice este año México contará con la última tecnología para observar el universo. Se trata de la ampliación del Observatorio Astronómico Nacional (OAN), ubicado en el parque nacional San Pedro Martir, en la península de Baja California, como parte de un proyecto internacional para el estudio de cuerpos celestes que se encuentren más allá de Neptuno, último planeta de nuestro sistema solar.

Esta ha sido la primera ocasión en que un proyecto de semejante envergadura se desarrolla en nuestro país. Ha sido posible con la asociación del Instituto de Astronomía y Astrofísica de la Academia Sínica de Taiwan, el Centro para la Astrofisicia de la Universidad de Harvard y el Instituto de Astronomía de la UNAM.

A 2,830 metros de altura y con un promedio anual de 290 noches despejadas, San Pedro Martir es uno de los tres mejores puntos de observación en todo el hemisferio norte, sumado a que el Estado de Baja California promulgó una ley que previene la contaminación lumínica en la región, garantizando las mejores condiciones de operación para el proyecto.

La observación del cielo en el territorio mexicano es de larga data. Los antiguos pueblos mayas tenían un avanzado conocimiento de los fenómenos celestes y fueron capaces de predecir con precisión muchos acontecimientos que tuvieron lugar en el cosmos a través de su cuenta larga del tiempo, así como de elaborar sofisticados calendarios que regían la vida de sus sociedades.

oservatorio2En el caso de la peninsula de Baja California, desde la década de los 70 México ha estado a la vanguardia en la observación del universo. Para el año de 1979 la UNAM ya contaba con un telescopio de 2.1 metros en el OAN, mismo que a lo largo de los años recibió constantes mejoras y actualizaciones, hasta la fecha, en que se incorporan tres telescopios que serán operados por personal de la máxima casa de estudios.

Con esta ampliación, el Observatorio Astronómico Nacional será capaz de monitorear el cielo y medir el brillo de más de 10 mil estrellas con el objetivo de rastrear cuerpos más allá de las órbitas planetarias del sistema solar. Los telescopios, con cristales de 1.3 metros, podrán identificar cuerpos en órbita de hasta 600 metros de diámetro a una distancia treinta veces mayor que la que existe entre el sol y nuestro planeta. Hasta ahora sólo era posible identificar cuerpos con un diámetro mayor a 2,000 metros, por lo que el avance es indiscutible. Además, la UNAM se encuentra en el proceso de instalar un telescopio de 6.5 metros, que refrendaría la posición de México en el mundo en materia de investigaciones astronómicas.