Santa María la Ribera y el Kiosco Morisco: Un viaje al pasado y al corazón de la ciudad

En el corazón de la Ciudad de México, lejos del bullicio habitual, se encuentra Santa María la Ribera, una de las colonias más antiguas y con mayor encanto de la capital. Sus orígenes se remontan al gobierno de Porfirio Díaz, cuando los hermanos Estanislao y Joaquín Flores emprendieron el proyecto de fraccionar la antigua Hacienda Teja y el rancho de Santa María la Ribera. Así nació el primer fraccionamiento moderno de la ciudad, trazado bajo un patrón reticular al estilo de la metrópoli de la época. El nombre de sus calles—muchas inspiradas en la fauna local y en personajes ilustres que vivieron aquí—refleja parte de la historia que aún palpita en cada esquina.
Esta colonia pintoresca conserva la atmósfera de antaño en sus casonas porfirianas, portones de hierro y banquetas tranquilas. Su epicentro es la Alameda de Santa María, rodeada por las calles Jaime Torres Bodet, Manuel Carpio, Dr. Atl y Salvador Díaz Mirón. Aquí se congregan familias, parejas y amigos para pasear, tomar un helado o bailar durante los fines de semana. En medio de la alameda se alza una joya arquitectónica que se ha convertido en símbolo de la colonia: el Kiosco Morisco, forjado principalmente en hierro. Aunque primero habitó la Alameda Central y fue incluso sede de sorteos de la Lotería Nacional, encontró su hogar definitivo en Santa María la Ribera en 1910, convirtiéndose en uno de los puntos más fotografiados y admirados de la zona.




El acervo cultural de la colonia va más allá de su kiosco. Aquí encontrarás edificios emblemáticos como el Museo Universitario del Chopo, la Casa de los Mascarones y el Museo del Instituto de Geología de la UNAM. Además, está la casa de la cultura donde vivió Enriqueta Camarillo y Roa de Pereyra, escritora que publicó sus primeros poemas bajo el seudónimo “Iván Mousonski”, colaboró en la revista feminista La Mujer Mexicana (1904-1906) y fue candidata al Premio Nobel de Literatura en 1951. Sus calles son un mosaico de historia y arte que reflejan la vida cultural de una ciudad en constante transformación.
Por si fuera poco, Santa María la Ribera seduce con su variada oferta gastronómica y de entretenimiento. Lugares históricos como el Salón París, fundado en 1934, evocan el ambiente de las cantinas tradicionales donde se afirma que José Alfredo Jiménez cantó por primera vez. Entre sus calles, también se alzan restaurantes para todos los gustos, desde antojitos mexicanos hasta cocinas internacionales, ideales para una tarde de descubrimiento culinario.
Visitar Santa María la Ribera es adentrarse en un pasado que sigue vivo en cada esquina, en sus historias y en sus personajes. Pasear por la Alameda, admirar el Kiosco Morisco y perderse entre sus tradicionales fachadas es una experiencia obligada para quien desee descubrir una cara auténtica de la Ciudad de México.
¡No dejes de incluirla en tu próxima ruta y déjate enamorar por su encanto histórico y cultural!